lunes, 1 de marzo de 2010

Autoentrevista

Ante la próxima publicación del estudio de J. J. Vargas Alan Moore: la autopsia del héroe, el autor de este cuaderno se interroga sobre las razones por las que, teniendo entre manos tan sólo el título y una sinopsis editorial de la obra publicada por Dolmen, podría verse obligado a dar por concluida la tarea de esta bitácora. Pues es posible que este nuevo trabajo, con plena originalidad, haya culminado ya la lectura "entre líneas" de las obras de Moore que Joaquín A. F. apenas ha podido apuntar o sugerir en este falso blog. Siendo el razonamiento "un diálogo que el alma hace consigo misma" -en términos de Platón-, el autor responde y pregunta en las líneas siguientes sobre lo que, en caso de no tener que reiterar lo dicho por J. J. Vargas, querría continuar haciendo en estas páginas.





-Usted, en el momento de abrir este "falso blog", no contaba con ofrecer en él nada más que algunas pistas sobre la relación entre Watchmen y el género de superhéroes. ¿Cómo es que ahora cree que podría el nuevo estudio de J. J. Vargas sobre la obra de Moore coincidir en puntos esenciales con lo que usted quería defender?

-Es cierto: en principio, ese cuaderno no pretendía ir más allá de Watchmen. Pero al desarrollar la interpretación de esta obra, resultó que era imposible hacerlo "en abstracto", separándola de los temas que han ido repitiéndose a lo largo de otros trabajos de Moore como guionista. Por ejemplo: el famoso smiley de Watchmen aparecía ya en los primeros trabajos de Moore para la revista 2000 AD, estampada sobre la camiseta de un gamberro alienígena de nombre "D.R.", que durante una de sus travesuras, desencadena el proceso de la evolución de la vida en la Tierra -y hasta de la aparición del género humano. Sin eso, no se puede situar el "todo es una broma" del Comediante en Watchmen. Y de nuevo, el tema de la sonrisa aparecía sobre la máscara del dinamitero disfrazado de Guy Fawkes en V de Vendetta -el diseño de la cubierta del libro de Vargas ya cuenta con eso-, y con un significado propio, volvía a presentar al personaje del Joker, en La broma asesina. Por eso, leer Watchmen implicaba, desde el comienzo, no sólo acudir al conjunto de los temas del guionista, sino intentar comprender de dónde viene el interés de sus guiones para el público, y por qué esos temas, que son precisamente el fuste de sus guiones, acumulan tal exceso de sentido en el mundo en que vivimos, en el que encajan también los superhéroes. Esto nos vuelve a pasar, por ejemplo, con el asunto del tiempo y la eternidad, que es parte del sostén metafísico de From Hell y que en Watchmen aparece en los monólogos del Dr. Manhattan. Como le digo, es imposible no pasar de una obra a otra: lo exigen los temas, y además, Moore es un maestro a la hora de sugestionar al lector: le hace resolver los "saltos" poéticos entre significados que él decide dejar abiertos, y en ese sentido, no sólo cuenta con su paciencia, sino con su pertenencia a un determinado momento histórico en el que esos temas son ya "comprensibles" e interesantes.

-Pero, ¿cómo diría que eso justifica su temor ante la publicación del libro de Vargas? ¿Qué es lo que le inquieta tanto ante su solo título?

-Es cierto que me estoy precipitando. Pero también hay que considerar que sólo el título del libro de Vargas es ya toda una clave y una tesis: "la autopsia del héroe". Recuerdo que un capítulo de From Hell se abría con una definición etimológica de "autopsia", como acto de ver con los propios ojos, o quizás, verse a sí mismo. Por otro lado, cuando terminé la serie de este blog "¿Qué pide el Señor de ti?", me di cuenta de que ahí, en lo que llamaba "el más allá del género de superhéroes abierto por From Hell", estaba la clave del resto de mi trabajo: porque después de From Hell y el Amnios natal, el tratamiento de Moore de las figuras heroicas ha tocado fondo, y se ha querido desviar hacia la Magia, intentando esquivar algo -que yo creo que tiene que ver con el fondo criptoteológico de la obra de Moore y con sus decepciones personales ante el credo cristiano.

-¿Cómo que "criptoteológico"? ¡Pero si usted es materialista, y además Moore se ufana de ser un simbolista pagano, y coquetea con la sociedad Amanecer Dorado!

-Ya, pero su fondo, como el mío, tiene mucho de cristiano, y de cristiano católico. Eso ya lo expondré -si llego- el día que les hable de Chesterton y de la presencia de los temas de El hombre que fue Jueves en Watchmen. ¿Sabía usted que esa novela de Chesterton presenta a Dios a través de una máscara sonriente, que se parece mucho al smiley de Watchmen? Pero eso ya es otro asunto. Sigamos.

-Insisto en que se explique: ¿qué "autopsia" del héroe es la que usted pretende haber reconocido en From Hell?

-Ya le digo que esa autopsia aparece en el momento en que se van apuntando los paralelismos entre los personajes de Gull y Adrian Veidt. Pero donde golpea Moore con fuerza es en las comprensiones que se ocultan en nuestra más habitual relación con las figuras heroicas, y en cómo nos interpretamos a nosotros mismos identificándonos o mimetizándonos con ellas, queriendo aproximarnos a su brillo divino, para compartir su condición: así es como en el siglo XX se montaría ese género de espectáculo sobre papel que es la ficción de superhéroes, tan atada a la condición desdivinizada de nuestro presente. En la secuencia de From Hell -creo que en el capítulo IX- en que Gull dicta a su cochero la carta de Jack el Destripador, retroalimentando así el nacimiento del mito folletinesco del Destripador que han improvisado las revistas ilustradas de "sucesos", Moore y Campbell permiten que no sólo sea Gull, sino una diversidad de personajes de la más diversa condición, quien esté detrás de la carta, "haciendo suya la causa del Destripador", participando del espectáculo. Esa relación de "participación" en la ficción -en primer lugar, la de superhéroes, como fenómeno de nuestro tiempo- es la que primero había sido rota y sacada a luz por Watchmen, y ella conduce, de alguna manera, a los hechos históricos que rodean la ficción: eso sugieren los autores de From Hell al vincular el mito del Destripador con la "búsqueda de héroes" y causas heroicas adaptadas a los tiempos. Recordemos también la dinámica de "participación de un poder histórico" sugerida por Moore: Gull se cree vinculado a Napoleón, Veidt se entiende heredero de Alejandro Magno, y al final, colaboran en un derramamiento de sangre. Quizás esa "dinámica del espectáculo heroico", extraída del escenario poético, llega hasta la historia y la vida política en formas más cruentas: en cierto modo, inadvertidamente pasamos a ver en nuestras figuras políticas "héroes" que van a llevar la historia hacia la poesía. Así pasaba en la Alemania de Adolf Hitler -cuya concepción se dibuja en From Hell-, y así ha pasado en los Estados Unidos con sus presidentes. Miren a Obama: en broma o en serio se le compara con un superhéroe, y se espera de él una intervención heroica en el mundo contemporáneo, una solución al estilo del superhombre de folletín: la paz perpetua del Superman Rojo de Millar. Pero el héroe Gilgamesh nació con la civilización y sus males: sus soluciones son siempre una prolongación de la dinámica que lleva hasta esos males que pretende reparar, del mismo modo que en La liga de los hombres extraordinarios Vol. I el propio jefe de la inteligencia militar es, al mismo tiempo, el Napoleón del crimen. Y esto nos lleva, de nuevo, a la figura de V en V de Vendetta.

-Pero bajo la máscara de V no hay nadie...

-Exacto: cualquiera puede ocupar el lugar de V, siempre y cuando elija defender su dignidad personal. Para que la protagonista elija su dignidad, V le gasta una gran broma: la encierra y le hace creer que va a ser ejecutada por el aparato de Estado. Por esto ya no hay una clásica "relación de mímesis" entre V y su discípula, como tampoco hay una "relación de mímesis espectador-héroe" o de mera participación entre el lector y el cómic. Ése es el juego de Moore: saber llevar hasta fuera de sí misma la habitual relación de "parcipación" que se establece entre el (super)héroe y el lector, poniéndola en cuestión. V ya no es una figura que se aproxime a los poderes históricos o genere nuevas figuras de poder histórico -como hacen el Comediante o Veidt, cada cual a su modo-, sino que intenta abrir un paréntesis en ese "intercambio de papeles" con el héroe, suspender la dinámica de nuestro mundo histórico. De alguna manera, Moore ya no quiere huir hacia delante en la historia, por los males de la historia: quiere ir hacia atrás. Pero, ¿qué atrás le interesa? Tras From Hell prueba con el repliegue en la Magia y hacia la matriz individual de los significados simbólicos -El amnios natal-, pero antes de eso... antes fue un cristiano indeciso, siendo escéptico frente al milagro de los superhéroes: reclamaba, creo, los milagros auténticos. Y estaba muy dolido y decepcionado con el cristianismo, por lo que ponía a sus personajes a hablar de Dios. La muerte de su madre, que nos refiere en El amnios natal, fue el desencadenante definitivo de su deriva hacia la Magia. Pero si consigue dar con el interés que el tema de la Magia tiene para nosotros, los no iniciados, es precisamente porque él sigue siendo, en su formación, un hombre desesperado: tan desesperado como nosotros.

-Eso tendrá que discutirse.

-Espero estar en condiciones de hacerlo. En unos meses. Por cierto, ¿sabe usted de qué máscara micénica hablaba Chesterton al comparar con ella la cara del Domingo en El hombre que fue Jueves? Se reconoce en ella una cara redonda, sonriente y dorada (...)